Imagen sacada de Google
Siento su
beso igual que un viento gélido que me quema en los labios.
Hacía
algunos meses que sabia que estaba jugando con fuego, pero una vez que has
empezado no hay marcha atrás.
Sus ojos se
clavan en los míos de un modo desafiante, mientras su sonrisa irónica me hace
comprender que ha llegado mi hora. Dos de los gorilas de su padre se colocan
tras de mí. No conseguiría hacer un solo movimiento sin que uno de ellos se me
echase encima.
Comienzo a
tener miedo, un temor que ahora mismo no me hace falta sentir. Me da una
palmada en el hombro y se aleja de allí. Me giro; los dos matones han
desaparecido, parece que quisieran darme una oportunidad para escapar. Me
siento como una liebre en una explanada a la que en pocos segundos soltaran los
galgos, pero si tengo ocasión de salir de esta con vida debo intentarlo.
Me dirijo
hacia mi coche a grandes pasos; me gustaría salir corriendo, pero incluso en
estas circunstancias hay que mantener la compostura; una gota de sudor frio me
recorre la espalda, algo no va bien.
Si salgo de
esta tengo que conducir hasta salir de la ciudad, ni siquiera puedo pasar por
mi casa a recoger mis cosas. Me han dado un pequeño margen para huir, pero eso
no significa que me perdonen la vida, para ellos es un juego, se lo he visto
hacer varias veces y nadie ha conseguido escapar.
Abro el
automóvil con dificultad por culpa del temblor de mi mano, me dejo caer sobre
el asiento y doy un largo suspiro. Meto
la llave en el contacto; suena un “clic”;
algo estalla desde el depósito de gasolina, las llamas me envuelven
completamente; comienzo a sentir un dolor inmenso en todo el cuerpo, noto como
mi piel se quema; se queman mis músculos.
Intento abrir la puerta, pero el tirador se ha derretido. Miro por la
ventanilla, y allí está ella, con los dos matones, uno a cada lado; mirando el
espectáculo de las llamas que me
consumen poco a poco. Es una “niña mimada” a la que su padre le da todo lo que
pide.
Mi gran
error fue hacerle creer que estaba enamorado. Ahora mi corazón arde por ella.
Jo, a ésta no se le da bien perder. No te dijo tu madre de que el que juega con fuego corre el riesgo de quemarse?
ResponderEliminargenial vallecano, genial
ResponderEliminarno hay que meterse con chicas malas
¿eh?
un abrazo desde el sur
Me encanta, muy visual y consigue arrastrar en la lectura para saber que pasa hasta el final.
ResponderEliminarBesitos