Seguidores

viernes, 14 de junio de 2013

NOCHES


Imagen robada de Google


La noche cae como una manta sobre el grisáceo asfalto de la ciudad.
Almas solitarias salen en busca de otras almas solitarias para fundirse en uno, o como los gatos, que de noche son pardos y salen a buscar comida entre la basura.
Y yo, que seguramente sea el alma más solitaria y maltrecha que pisa sobre los adoquines informes de la calle, solo busco un bar abierto para tomar el penúltimo trago de olvido.
Las siluetas alargadas que proyectan las farolas me hacen recordar tu alma negra jugando con mis sentimientos y mi cartera.
Aún recuerdo tu sonrisa, mientras clavabas el tacón de aguja de tus zapatos rojos en los cuatro pequeños trozos que quedaban de mi corazón hasta reducirlos a nada.
Cuantas veces he pensado en acabar con mis sufrimientos intentando olvidarte, pero mi mente que trabaja autónoma en mi cuerpo, no tiene la menor intención de hacerte a un lado.
Hay momentos que me gustaría emprenderla a puñetazos  contra mi soledad, pues las discusiones dialécticas ya no sirven de nada.
Pienso en tus besos mentirosos e intento recordar si de tus labios salió alguna vez algún “te quiero”, pero sé que esas dos simples palabras no existen en tu vocabulario.
Esta noche he decidido ir a buscarte y sé dónde encontrarte. Y mientras contoneas tus caderas escondidas bajo la minifalda ajustada, me pondré frente a ti, sereno y calmado te diré que ya no te quiero, que no eres la mujer de mi vida y que te he olvidado, aunque los dos sepamos que es mentira. Me giraré enseguida para no verte reír y sobre todo, para que no me veas llorar.    

miércoles, 12 de junio de 2013

PSICO-LOQUIO

Imagen robada de Google


Seis de la tarde un lugar cualquiera, de una ciudad cualquiera, en la consulta de un psicólogo cualquiera, al que por eso del anonimato llamaremos “Virgo”, pero que aquí nos referiremos a él como “Psicólogo”.
Entra en la consulta un escritor frustrado, con la pinta que debe de tener un escritor frustrado, al que llamaremos paciente, porque escritor frustrado en más largo.

Paciente –Buenos días.
Psicólogo –Buenas tardes.
Silencio…
Psicólogo –Túmbese ahí (señalando un diván).
Paciente –Gracias, pero no tengo sueño. Preferiría hablar de mi problema.
Psicólogo –Pues, si no le importa, me tumbare yo. Estuve toda la mañana jugando al pádel y me duele todo el cuerpo. Pero no se quede usted de pie, siéntese en mi sillón.

El escritor se sienta en el lugar indicado, coge unas gafas de pasta que se encuentran sobre una pequeña mesa situada al lado del butacón y se lleva una de las patillas a la boca.
Paciente – ¡Aja! Interesante, interesante.
Psicólogo – ¿Decía?
Paciente – Nada, nada. Perdone doctor.
Psicólogo –Llámeme “virgo”, ya sabe… por lo del anonimato.
Paciente –Gracias, usted puede llamarme “paciente”, porque escritor frustrado es más largo.
Psicólogo –Ah, ya.
Silencio…
Psicólogo – ¿Y si le llamo “paci”?
Paciente – ¡hombre, aún no tenemos tanta confianza!
Psicólogo –Esta bien, le llamare “paciente”, pero tiene cara de llamarse “Carlos”.
Paciente –Sí, me lo dicen muchas veces.
Silencio…
Psicólogo –Bueno, cuénteme, ¿qué le trae a usted por aquí?
Paciente –Verá doctor, no puedo escribir.
Psicólogo – pero… ahora mismo está escribiendo. Porque es usted quien está contando esta historia.
Paciente –No me refiero a eso, es que… no sé cómo esplicarlo.
Psicólogo –si no me dice exactamente que le sucede no puedo ayudarle. Por cierto, ¿ha escrito<<explicarlo>> con “s”.
Paciente –Sí, a veces me pasa.
Silencio…
Psicólogo –Venga, inténtelo de nuevo.
Paciente –pues verá. Yo cojo el bolígrafo y un papel e intento escribir algo así como:
“Volverán las oscuras golondrinas…”
Pero en el papel queda plasmado algo parecido a:
“A mí me gusta la gasolina…”
Psicólogo – ¿Siempre escribe con el mismo bolígrafo?
Paciente – ¡¿cómo?!
Psicólogo –ha dicho usted: <<cojo “el bolígrafo” y un papel>>. Eso me hace pensar que siempre usa el mismo bolígrafo para escribir.
Paciente –Sí, siempre es el mismo.
Psicólogo – ¿Y cómo es?
Paciente -¡Negro!
Psicólogo – ¿Es usted racista?
Paciente – ¿Por qué lo pregunta?
Psicólogo –Ha escrito negro entre exclamaciones y en negrita.
Paciente – (Agachando la cabeza) –no, solo que no me gusta la gente que no es como yo.
Psicólogo – ¿Blancos?
Paciente –No, escritores.
Silencio…
Paciente –tampoco me fio de los chinos, creo que nos vigilan.
Silencio…
Psicólogo – ¿A los escritores?
Paciente –No, a los blancos.
Psicólogo –Volvamos al problema que nos ocupa. A demás de negro, ¿cómo es el bolígrafo?
Paciente –De plástico.
Psicólogo –aja, ¿Qué más?
Paciente –Tiene una especie de sombrerito en la parte de arriba, también de plástico, que pulsas una vez y sale la punta por la cual se escribe, vuelves a pulsar y de vuelve a esconder.
Psicólogo –Alta tecnología (Dice mientras mira un punto imaginario de la habitación).
Paciente –Al principio tenía una lengüeta para que se sujetase dentro del bolsillo, pero como también era de plástico termino por romperse.
Psicólogo –  ¡Aja! Interesante, interesante.
Paciente –Eso ya lo decía yo.
Silencio…
Psicólogo – ¿De qué color tiene los ojos?
Paciente –  ¿Quién?
Psicólogo –Perdone, estaba pensando en otra cosa. Entonces, ¿diría a usted que es completamente de plástico?
Paciente –No es que sea un entendido, pero yo diría que sí.
Psicólogo – El bolígrafo del que hablamos, ¿Es de alguna marca en especial?
Paciente –Que yo sepa no. Me lo regalaron en un banco hace bastante tiempo. Ahora no regalan nada.
Psicólogo –De un banco (vuelve a clavar la vista en el mismo punto imaginario). –Ese puede ser el problema. ¿Ha pensado en escribir con lápiz?
Paciente –No se me había ocurrido. Siempre he pensado que era culpa del papel. Como soy un escritor frustrado, como ya sabe usted, pues nunca he tenido dinero, y escribo sobre cualquier extracto de los cajeros automáticos que me encuentro.
Psicólogo –No lo descartemos todavía, pero vamos a comenzar por cambiar el bolígrafo por un lápiz, (y si puede ser de los que llevan el borrador incorporado, mejor). Y tómese un antidepresivo cada ocho horas. Le cito para el próximo jueves a la misma hora.
Paciente – ¿Y cree que con esto (señalando una caja de pastillas, que no sabemos de dónde coño las ha sacado) escribiré como Vargas Llosa?
Psicólogo – (Riéndose a carcajada limpia) –ni de coña, seguirá escribiendo igual de mal que lo hace ahora.
Paciente –Gracias por su apoyo.
Psicólogo –De nada, por cierto, cuando salga cierre la puerta y apague la luz… o al revés.          

miércoles, 5 de junio de 2013

MIRADAS

Imagen robada de Google

Hoy, nuevamente, nuestras miradas se cruzaron. Fue tan solo un segundo, o quizá menos, pero yo sigo viendo tus ojos en los reflejos de los charcos y en los cristales de los escaparates. Y me pregunto si no ira siendo ya hora de aprender el idioma de las miradas, pues si una imagen vale más que mil palabras, mirar tu iris, para mí, vale un todo.
Ni siquiera se tu nombre, y si e de serte sincero, tampoco es que me importe. Solo quiero acariciar tu cuerpo desnudo, saborear tu piel, que imagino sabrá al dulce de tu perfume mezclado con el salado de tu transpiración.
Quiero que nuestros labios y nuestras almas formen una amalgama de sangre, sudor y besos. Y que nuestros cuerpos sean solo uno a la vista de los dioses y los humanos, y que el alba se funda con el ocaso mientras nos abrazamos.
Unos lo llamaran amor, otros, tan solo deseo.
Yo tan solo deseo que tú me ames. Pero sigo sin saber si tus ojos quieren decir lo mismo que dicen los míos cuando los miro.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...