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domingo, 30 de diciembre de 2012

UN DÍA DE NAVIDAD


Imagen robada a google

Caen copos blancos sobre la acera; mi manta de cartón se encuentra cubierta de nieve, y un tetrabrik  de vino malo casi congelado es mi única compañía. Ya no recuerdo si comencé a beber porque me quedé en la calle, o me quedé en la calle porque comencé a beber, pero eso ahora ya no importa.
La gente pasea riendo y charlando, pero al pasar por mi lado se hace un silencio absoluto, sus sonrisas se congelan en sus labios y me miran con cara de asco, o lo que es peor, con cara de pena. Algunos me echan un par de monedas en un sucio vaso de plástico y piensan que han hecho la buena acción del día, y lo que en realidad hacen es ayudar a que me mate.
Doy un trago de mi fiel compañero e intento levantarme apoyándome en la pared; las rodillas me duelen por el frío, y la cara casi ni la siento.
Me agacho como puedo para recoger mis pocas pertenencias y meterlas en una bolsa. Los cartones los dejo apoyados contra la pared, rezando para que el barrendero sea benevolente conmigo y esta vez no me los tire a la basura.
Con el cartón de vino en la mano voy andando por la ciudad. Las luces que cuelgan de una farola a otra a lo ancho de la carretera de dicen que  es navidad, pero para mí, estos días son idénticos a otros días.
Una niña pequeña se dirige hacia mí e  intenta tocarme, pero su madre da un tirón brusco de su bracito para alejarla de alguien como yo. << Señora, que ser vagabundo no es contagioso>> me hubiese gustado gritar, pero en el fondo sé que lleva razón, yo en su lugar habría hecho lo mismo. Llevo varias semanas sin lavarme y dios sabe a qué huelo; es una mezcla de sudor, alcohol, y calle que ni siquiera yo mismo aguanto mi hedor.
Sigue nevando; los dedos de la mano donde llevo el vino están rojos y me escuecen. Podría tirar el vino y meterla en el bolsillo, pero antes me cortaría la mano a desperdiciar la bebida. No intento dar pena, es más, no quiero dar pena. Es más fácil buscar la muerte de este modo, que intentar sobrevivir llevando una vida, llamémosle “normal”. Solo espero que cuando llegue la parca me encuentre dormido, y sea dulce, y no venga de manos de cuatro niñatos con ganas de descargar sus frustraciones sobre mí, como le paso a un compañero al que al final, y como fin de fiesta prendieron fuego.
Una estrofa de un villancico se escapa por la puerta abierta de un comercio; siempre he odiado esa musiquita chillona de paz y alegría “rin, rin”. ¡Qué cojones me importa a mí que una burra valla hacia Belén cargada de chocolate!
Doy el último trago al cartón de vino y tiro el recipiente en una papelera. Rebusco en mis bolsillos buscando monedas para comprar más vino. Tengo suerte, llevo un euro con diez. Entro en los primeros ultramarinos que encuentro a mi paso. Detrás del mostrador se encuentra una chinita menuda que al verme abre unos ojos como platos y se lleva la mano a la nariz. Me dirijo al final de la tienda y cojo el vino más barato que encuentro. Pongo las monedas sobre el mostrador con la mano encima. La mujer mira mi mano, con las uñas sucias y costras marrones de rascarme los sabañones, parece que va a vomitar. Aparto la mano y el dinero queda suelto, con rápido movimiento agarra todas las monedas, y sin contarlas las mete directamente en la maquina registradora.
Salgo de la tienda pensando en qué es lo que tendrá el dinero, que seas como seas o huelas como huelas, siempre que puedas pagar, eres bienvenido. Aquella muchacha que ni me miró a la cara, y que no me tocaría ni aunque su vida dependiera de ello, no dudó un instante en coger unas monedas que ella ni siquiera sabía dónde podría llevarlas guardadas.
Abro el cartón con los dientes y doy un buen trago; noto como me calienta por dentro y siento como comienza a darme vueltas la cabeza. Ya estoy borracho, como me gusta estar.
Ha oscurecido y hace mucho más frío. Las tiendas están cerradas y no queda nadie por la calle; tan solo hay un gato, tan callejero como yo, buscando comida dentro de un cubo de basura. Entre la borrachera y el dolor de rodillas llego dando tumbos donde se encuentran mis cartones. Saco las cosas de la bolsa y las voy colocando a mí alrededor. El tetrabrik de vino siempre a mano. Doy otro trago y compruebo desconsolado que queda mucho menos de la mitad.
El viento sopla con fuerza y está helado; esta noche va a ser la más dura del año. Me tapo con los cartones, aunque esta vez no me van a servir de nada. Me acurruco todo lo que puedo, el frío se ha metido en mis huesos y comienzo a tiritar. Bebo lo que queda de vino buscando entrar en calor, pero esta vez es tan inútil como los cartones que me tapan.
Cierro los ojos  y sé que esta noche es la definitiva; es el final, la noche que he estado buscando durante tanto tiempo. Oigo el bufido que hace el aire al acariciar el filo de la guadaña de la muerte. Intento abrir los parpados para saludarla; no lo consigo, mis ojos continúan cerrados. Por el dolor que noto en el rostro sé que estoy sonriendo, mi boca se mueve.
–Querida amiga, aquí estoy, esperándote, y esta vez no dejare que te marches sin mí.  
Es dulce, sin dolor, como siempre he querido; besa mis fríos labios, me abraza fuerte y me lleva con ella.

lunes, 26 de noviembre de 2012

VERÉ MORIR NUESTRA ESTRELLA

Imagen sacada de Google

Creo recordar, que la última vez que miré al cielo seguía siendo azul. Lo que no recuerdo es si eras tú quien lo miraba conmigo, o era cualquier puta que vendía su sonrisa y su cuerpo por veinte pavos.
Últimamente ni siquiera alzo la vista hasta la altura de los ojos de la gente, solo veo el gris de las aceras y las cagadas de perro con huellas de zapatos.
Aún continuo pensando en ti, y me como la cabeza intentando descifrar dónde estarás, qué estarás haciendo y con quién lo estarás haciendo. Y me hierve la sangre, y apretó los puños hasta que los nudillos se ponen blancos y las uñas se clavan en las palmas de las manos.
A veces me escondo entre los coches que se encuentran aparcados frente a tu portal, esperando verte, pero soy tan cobarde que huyo de allí por miedo a que me descubras.
Hoy me duelen los ojos de llorar. He decidido no pensar más en ti.
Buscare en alguna esquina alguna puta que quiera averiguar conmigo si el cielo sigue siendo azul.
Y esta noche, con mis ojos rojos, hinchados y cansados, veré morir nuestra estrella, y sonreiré.       

miércoles, 17 de octubre de 2012

NO, HOY NO ES EL DÍA

Imagen sacada de google

Podría haber sido hoy; pero no, hoy no me encuentro con ganas. No tengo fuerzas. Quizá lo consiga otro día, otro día que mis ánimos se encuentren en paz con mi alma y mi alma en paz consigo misma. Pero hoy no es el caso; hoy tengo bastante con no olvidarme de respirar de vez en cuando. Puede que sea mañana; o pasado mañana o el año que viene. Quién sabe. Yo no lo sé.
Podría ocurrir que no pase nunca; y, ¿qué pasaría si fuese así? Pues nada, absolutamente nada. Tanto si ocurre como si no, la vida seguiría su camino, sin importarle. Ya no distingue un lloro de una sonrisa. ¿Por qué debería importarle, si ni siquiera a mí me importa?
Hoy no es ese día, y yo lo sé; lo sé, porque es otro de esos tantos días. Un día más, parecido al de ayer y muy similar al de mañana. La única diferencia seria el tiempo que haga fuera.
Podría haber sido hoy, o quizá mañana; pero no, no me siento con fuerzas, no tengo ganas, bastante tengo con recordar que debo respirar de vez en cuando.
Podría ser que mañana; o pasado mañana o el año que viene. Mi musa podría dejar de serme infiel y se me ocurra algo sobre que escribir, pero hoy no; hoy no es el día.       

jueves, 27 de septiembre de 2012

LA VIDA TE DA SORPRESAS

Ford Mustang (!967)

Estoy cansado. El frio contrae mis músculos; el viento sopla del norte; gélido. Bajo el ala de mi sombrero “Fedora” para cortar el aire que me araña la cara como si mil agujas intentasen introducirse entre mis pómulos.
La oscuridad de la noche me abriga de las indeseables miradas de la gente que se asoma por las ventanas para ver correr las hojas caídas de los arboles sobre el asfalto de la carretera.
Meto mis manos desnudas  en los bolsillos de mi gabán y recuerdo aquella canción de “Rubén Blades”.
No llevo puñal, si no, una Smith & Weeson  de 9 milímetros. Notar su tacto me hace sentir más seguro.
Una ráfaga de luz desde el fondo de un callejón llama mi atención y me dirijo hacia él.
Un viejo Mustang del 67 se encuentra allí aparcado; dentro de él, un hombre gordo con la cara roja me sonríe. Su sonrisa es abierta, pero puedo notar que está nervioso (hay dos clases de personas de las que no me fio, los mormones y las personas que sudan en pleno invierno, y este tipo suda como Dios en el mismo infierno). Me apoyo sobre el techo y el hombre baja la ventanilla.
Hay un maletín de cuero en el asiento del copiloto, coloca su rechoncha mano encima de él, vuelve a sonreír y me entrega un  papel. Es una nota con un nombre y una dirección.   
Doblo el papel y lo guardo en el bolsillo, al meter la mano rozo la pistola; el acero esta frío. Me despego del coche y el tipo gordo sube la ventanilla.
Estoy cansado, pero necesito el dinero. Quizás el encargo de esta noche sea un padre de familia, un trabajador honrado que se metió en un pequeño lio, incluso puede que sea una buena persona.
Estoy cansado; me paro delante del coche. El conductor enciende las luces y me mira con asombro. Siento el helado revolver quemándome la palma de la mano, lo saco despacio y apunto. Puedo ver como las gotas de sudor resbalan por su frente; el color de su tez ahora es de color blanco muerto.
El fogonazo del disparo alumbra el callejón, el Mustang es blanco con las rayas rojas. La bala traspasa el cristal y se incrusta en el centro de su frente, dos franjas de sangre se deslizan por su cara hasta la barbilla.
Estoy cansado. Cansado de limpiar la basura que acumulan otros, mientras ellos continúan con las manos limpias. Abro la puerta del copiloto y recojo el maletín.
Hace frío y el viento corta como el puñal de “Pedro Navaja”.
      

miércoles, 12 de septiembre de 2012

DUELE AL RESPIRAR

Imagen sacada de Google

Cuando te busco en mis sueños
no te puedo recordar.
Intento besar tus labios
y no los consigo encontrar.

Cuando te busco en mi cama
sé que no volverás.
Solo queda tu fragancia
que me duele al respirar

viernes, 31 de agosto de 2012

POBRE DIABLO

Paseo de Mexico (Parque del buen retiro) Madrid


Cae la noche sobre Madrid. Las ardillas del retiro bajan de sus árboles a rebuscar comida entre la basura que dejan los visitantes del parque tirada en el césped. Ya es tarde y me encuentro cansado. Ha sido un día largo y extraño, estoy de mal humor y no tengo con quien pagarlo.
Un tipo se me acerca y me pide un cigarro, para agradecérmelo se ofrece a venderme marihuana Jamaicana.  – ¿Me ves con cara de fumar “María”?-, le digo con gesto serio, aunque sé que mis pintas pueden hacer pensar cualquier cosa. Espero que diga alguna frase inoportuna y  descargar toda mi ira contra él, pero en lugar de eso se da media vuelta y se va.
Continúo mi camino aún más cabreado con el mundo. Otro hombre se me acerca < otro “Camello”> pienso. Es un tío feo y desgarbado, sus ropas están sucias, y por como huele lleva varias semanas sin ducharse.
– Y tú, ¿Qué quieres?- , le pregunto secamente.
Me sonríe dejando ver unos dientes que contrastan con su aspecto; son de un blanco que relucen con la poca luz que desprende la luna. Intenta poner una mano sobre mi hombro, pero me aparto con un movimiento brusco. Su sonrisa se vuelve más amplia, incluso hace que me calme un poco.
– ¿Un mal día, verdad?
–Un mal mes- contesto.
Una sonora carcajada, que hace que se me erizara todo el cabello del cuerpo, sale de su garganta.
– ¿Estás cansado de  tu vida? ¿No tienes tiempo para ti ni para los tuyos? Te gustaría dedicarte a escribir que es lo que de verdad te apasiona, aunque sabes que no eres muy bueno.
No sé quién es  este tío ni de dónde ha salido, pero ha dado en el clavo.
–Yo puedo hacer que consigas tus sueños, y solo por una módico precio.
La idea me parece interesante, aunque no entiendo como lo puede conseguir
– ¿Y cuánto me costaría?- pregunto con tono medio irónico, medio interesado.
–Solamente tu alma, es barato, en estos tiempos que corremos están devaluadas. 
Esta vez el que suelta la carcajada soy yo; le miro de abajo arriba clavando mis ojos en sus ojos color de fuego, espero unos segundos antes de contestar mientras él sonríe y se frota las manos. –Mira, me parece un precio justo, pero… mi alma ya tiene dueña- le doy una palmada en la espalda y continuo andando.
Antes de cruzar la puerta del parque me giro, y veo como otro hombre se acerca con una navaja en su mano para robar la cartera a ese pobre diablo.  

jueves, 2 de agosto de 2012

CON SU CUERPO ENTRE MIS BRAZOS

Imagen sacada de Google


Sostengo su cuerpo entrelazado en mis brazos
y mis sueños son sus sueños, esclavos de sus manos.
Observo su alma desnuda convertida en pecado.
Y la beso; y la acaricio… y la amo.
Rozo sus pechos con la yema de mis dedos,
entonces… la deseo.
Arquea su espalda con cada nuevo beso,
noto el calor de su vientre, ardiendo como el infierno.
Su cara de ángel me mira; la deseo.
Y quiero ser parte de su cuerpo,
quiero ser algo más; algo más en su cielo.
Noto su sexo acariciando mi sexo.
Y muero.
acaricio su pelo… y vuelo.
miro sus ojos y sé que la quiero.

domingo, 22 de julio de 2012

LA HIJA DEL CAPO (La figlia del capo)

Imagen sacada de Google


Siento su beso igual que un viento gélido que me quema en los labios.
Hacía algunos meses que sabia que estaba jugando con fuego, pero una vez que has empezado no hay marcha atrás.
Sus ojos se clavan en los míos de un modo desafiante, mientras su sonrisa irónica me hace comprender que ha llegado mi hora. Dos de los gorilas de su padre se colocan tras de mí. No conseguiría hacer un solo movimiento sin que uno de ellos se me echase encima.
Comienzo a tener miedo, un temor que ahora mismo no me hace falta sentir. Me da una palmada en el hombro y se aleja de allí. Me giro; los dos matones han desaparecido, parece que quisieran darme una oportunidad para escapar. Me siento como una liebre en una explanada a la que en pocos segundos soltaran los galgos, pero si tengo ocasión de salir de esta con vida debo intentarlo.
Me dirijo hacia mi coche a grandes pasos; me gustaría salir corriendo, pero incluso en estas circunstancias hay que mantener la compostura; una gota de sudor frio me recorre la espalda, algo no va bien.
Si salgo de esta tengo que conducir hasta salir de la ciudad, ni siquiera puedo pasar por mi casa a recoger mis cosas. Me han dado un pequeño margen para huir, pero eso no significa que me perdonen la vida, para ellos es un juego, se lo he visto hacer varias veces y nadie ha conseguido escapar.
Abro el automóvil con dificultad por culpa del temblor de mi mano, me dejo caer sobre el asiento y doy un largo suspiro.  Meto la llave en el contacto; suena un “clic”; algo estalla desde el depósito de gasolina, las llamas me envuelven completamente; comienzo a sentir un dolor inmenso en todo el cuerpo, noto como mi piel se quema; se queman mis músculos.  Intento abrir la puerta, pero el tirador se ha derretido. Miro por la ventanilla, y allí está ella, con los dos matones, uno a cada lado; mirando el espectáculo  de las llamas que me consumen poco a poco. Es una “niña mimada” a la que su padre le da todo lo que pide.
Mi gran error fue hacerle creer que estaba enamorado. Ahora mi corazón arde por ella. 

miércoles, 18 de julio de 2012

FIDDLER ON THE ROOF

Banda sonora original


Hay veces, mientras estoy sentado en el quicio de la puerta fumándome un cigarro, que me imagino viviendo otras vidas. Algunas de las veces soy un viajante que vende algún artefacto recién inventado que ayudará de alguna forma a la humanidad. Otras veces soy un reconocido medico que opera a personas pobres simplemente por altruismo, otras un aventurero que explorando por el mundo encuentra la fuente de la eterna juventud.  
Mientras sueño, el cigarro se consume, al igual que mi vida. Por delante de mí pasa la gente sin detenerse, pensando en sus cosas, sin importarles los demás.
Hoy es uno de esos días que me gustaría ser otra persona. Me levanto, entro en el portal y me dirijo con pasos cansados hasta la azotea. El mundo desde aquí arriba se ve diferente, el rugido de los coches es casi imperceptible. Oigo el agitar de alas de alguna paloma que quizá tenga el nido cerca.
Abro el maletín que siempre me acompaña, saco el instrumento que se encuentra durmiendo dentro, es de una precisión absoluta. Lo apoyo entre mi hombro y el mentón izquierdo y agarro el mango con firmeza.
Cojo el arco con la mano derecha, lo acerco a las cuerdas y comienzo a tocar. El sonido del violín resuena mejor aquí arriba. El tiempo parece que se para, mientras que de sus cuerdas sale una hermosa melodía.  

jueves, 28 de junio de 2012

ME SANTIGUO

, Paolo y Francesca "La divina comedia"


Me santiguo,
alzando mis plegarias a Yahvé para entrar en el nirvana.
Pero no creo en medias lunas, estrellas ni cruces gamadas.
No creo en Zeus, Odín ni en Shiva.
Solo creo en tu amor, niña divina.
Mataré a Prometeo para robarle su llama,
quemaré el jardín del Edén si hace falta.

Robaré a Caronte sus monedas, haré astillas su barca.
Te buscaré en cada sueño; en cada mañana.
Acariciaré tu pelo mientras te canto una nana.
A Morfeo suplicaré que te deje dormir
y moriré por tus sueños si he de morir.

Cruzaré los infiernos de Dante si algo te pasa mi amada.
Comprenderás que mi vida es tu vida, que mi alma es tu alma.
Que cada beso que me dan tus labios; cada mirada.
Cada sonrisa que me regalas… Es el maná que me falta.

viernes, 22 de junio de 2012

COMENZAR DE NUEVO

Imagen sacada de Google

Quisiera comenzar de nuevo, pero no me encuentro el botón del reset.

jueves, 21 de junio de 2012

EL NIÑO

Imagen sacada de Google

Le vi una tarde gris, cuando salía de clase.
La chaqueta manchada de barro mientras otros niños se reían.
Una herida en el labio y el alma partida,
mordiéndose las lagrimas de dolor y de ira.
No esta permitido llorar, pues provocaría más risas.

En casa, mientras esta a solas se mira en el espejo.
Un muchacho normal y no un “friki” es lo que ve en el reflejo.
Pronto llegará papá, y él con la cara marcada,
si esta noche llega borracho con su cuerpo la emprenderá a patadas.
– ¿Cuándo aprenderás a defenderte, ¡nenaza!?
Mira a los ojos de su madre en busca de algo de ayuda
y la ve escondida en un rincón, llorando, pero callada,
aunque lo que más le duele es que ya no siente nada

En su triste habitación matando zombis en la consola
piensa que estaría bien el tener una pistola.
Sueña que baja al parque con el arma cargada
matando a los que de él se burlan entre grandes carcajadas.

La lluvia sobre el cristal le despierta sobresaltado.
Desde el sexto de su planta la salvación esta hay abajo.
Nadie le echará de menos, y nadie le hará más daño.
Un solo salto hizo falta para romperse en mil pedazos,
no se escuchó ni un grito, solo un gran golpe en un charco.
Nadie recordó ese día, que era su decimo cumpleaños.

domingo, 17 de junio de 2012

HA LLEGADO LA HORA DE LOS QUE NO SOMOS NADIE

Imagen sacada de Google


Grita tan fuerte que se rompan las palabras,
golpea con tus puños para construir barricadas,
qué sepan los que mandan que no te importan nada,
y busca entre tus libros aquel arma oxidada.

Ahora tira piedras contra su maldito tejado,
suelta tu yugo esclavo, que pasen ellos el arado,
que aprendan lo que vale la comida en el mercado,
hay que hacer que se enteren que su chollo se ha acabado.

Échate a la calle para que oigan tus protestas,
que abandonen el poder, tienen las puertas abiertas,
y si siguen en sus trece saquémosles con metralletas.
Necesitamos gente nueva que traigan nuevas propuestas.

miércoles, 13 de junio de 2012

REFLEJOS

Imagen de la película "Reflejos"

Miro a mi alrededor, y frente a mí veo a ese hombre, desaliñado, perdido y borracho. Un arma bajo sus pies.
Observo, y veo a ese hombre, sentado en el suelo, tapándose la cara con las manos; llorando, incapaz de acabar con todo, cobarde. Cobarde por no ser capaz de escapar. Escapar de esos sueños reales que perturban su mente y que aunque intente ahogar en el fondo del penúltimo vaso de wiski reaparecen con el siguiente.
Sus ojos rojos por el alcohol, la fatiga y las lágrimas me miran fijamente, con determinación y en ellos veo su pasado, presente y futuro.
Frente a mi veo a ese hombre, recoge el arma del piso, seguro de él mismo; la decisión ha sido tomada. Hace tiempo que fue tomada. Mete el revolver en su boca y tensa el gatillo.
Observo a ese hombre; mis manos tiemplan, noto una gota de sudor bajando por mi frente. El silencio es absoluto, no hay palabras que en este momento se puedan expresar. En un breve momento sonara el martillo del arma golpeando sobre la bala, una pequeña explosión y todo habrá acabado para él. Su sangre y sus sesos salpicaran las paredes, su cuerpo caerá inerte y no hay nada que se pueda hacer. Es hombre muerto.
Miro a mi alrededor. Todo está en silencio.
Miro a mi alrededor y frente a mí solo hay un espejo. 

martes, 29 de mayo de 2012

CUALQUIER PARECIDO A UN SUEÑO

Imagen sacada de Google

Cualquier parecido a un sueño es pura coincidencia,
pues cuando miro el brillo de tus ojos comprendo lo que es la vida.
Y la vida es sueño, y los sueños vida, y tú eres… el alma mía.
Y sigo mirando tus ojos para tranquilizar mi conciencia.

miércoles, 23 de mayo de 2012

LA GUERRA DE LOS DIOSES

Imagen sacada de Google

Miró a su alrededor; una ciudad en ruinas se hundía a sus pies; “la guerra de los dioses” (la tercera guerra mundial) había terminado diez años atrás, pero el planeta no era capaz de volver a emerger.
Guerras civiles en la mayoría de los antiguos países ricos, dictadores en busca de poder, la falta de energía, el petróleo se había consumido completamente. (La misma guerra que comenzó por él, terminó con él).
El agua tendía a desaparecer, al igual que lo hizo toda la flora, para comer solo quedaban perros y ratas, que también comenzaban a escasear; las turbinas de oxigeno se fueron deteniendo una hora al día; luego dos… ahora se paraban cinco horas.
Un vigilante pasó volando cerca de él, sin verle. 
Sibil entró al sótano de la iglesia abandonada buscando algo que pudiese servirle para comerciar en el mercado negro.
Hacia muchos años que aquellos lugares estaban desiertos; nadie creía ya en Dios; nunca existió, y si alguna vez lo hizo, estaba muerto.
El arma resbaló de su hombro, cayendo contra el suelo y retumbando por toda la galería. Se agachó escondiéndose entre las sombras. Unas voces sonaban con gran agitación; pudo reconocer que una de las personas que hablaba era una mujer.
–Nos han encontrado-. Dijo la voz femenina.
– No te pongas nerviosa, no sabemos que ha sido ese ruido-. Sonó la voz de un hombre, fuerte y enérgica –bajaré con Rocco al sótano haber que pasa. Seguro que no es nada.
Sibil, agarró su rifle fuertemente, mientras unos paso pesados resonaban en la escalera. Eran de un hombre grande; puso la culata sobre su hombro y miró por el objetivo. Todo estaba oscuro, salvo una pequeña luz que provenía de la parte de arriba, un haz de luz bajaba por la escalera, tras él, un hombre de unos ciento veinte kilos, y un metro ochenta de altura, con una pistola en la mano.
Sibil apuntó a su cabeza; despacio, sin hacer un ruido. Había oído que bajarían dos personas, pero solo bajaba una.
Colocó el dedo sobre el gatillo; no estaba dispuesto a preguntar por el otro tipo a un hombre como aquel.
Apretó la culata más a su cuerpo para sostener mejor el rifle. Una gota de sudor resbaló por su frente; no era la primera vez que iba a matar a alguien, pero esta vez sentía algo extraño. Pronto ese gigantón le descubriría y podría tener problemas.
De un solo disparo, entre las cejas, acabaría con él. Secó su frente y volvió a colocar el dedo sobre el percutor; el hombre bajó el último escalón y giró hacia su posición. Era el momento exacto.
De repente un gruñido a su derecha llamó su atención. Unos brillantes ojos le miraban fijamente. La luz de la linterna alumbró su cara, cegándole momentáneamente.
– ¿quién eres tú? Preguntó el hombre, mientras le apuntaba con la pistola.
Sibil se dio cuenta que aquel gigante estaba más asustado que él. Pudo comprobar que los gruñidos provenían de un perro grande, negro, con unos enormes colmillos. Sibil bajó el arma.
 –No quiero problemas-. Dijo mientras levantaba las manos –pensaba que aquí no vivía nadie. Creo que será mejor que me valla y os deje tranquilos. Se giró despacio para salir por el hueco por donde había entrado.
–Oye ¿Cómo te llamas?
–Me llamo Sibil-, dijo este, sin girarse.
–Espero no equivocarme, algo me dice que eres buena persona y creo qué estarás muerto de hambre-.
El gigantón levantó una mano y el perro dejó de gruñir – ¿Quieres comer algo?
Llevaba dos días sin comer, y lo último que había probado fue un manojo de gusanos que encontró sobre un trozo putrefacto de carne, que no quiso averiguar a qué o a quién pertenecía.
–No quisiera importunar a nadie, será mejor que me valla.
– ¿Ir?, ¿a dónde? Ya es de noche, y en la calle hace frio. Permíteme que te invite a cenar.
Sibil sonrió al hombre y se acercó al él estirando la mano
– ¿Y tú, cómo te llamas?
–Todos me llaman “Gran Danés”, bueno, me llamaban; ahora solo quedamos mi mujer y yo. Y este es Rocco-, dijo señalando al perro, que se colocó junto a Sibil. –Vamos, te presentaré a mi mujer.
Subieron las escaleras detrás del perro. El hombre sacó una llave y abrió una puerta al final de la escalera. Entraron en una pequeña habitación completamente vacía, salvo una pequeña cruz de madera y dos puertas; imaginó que sería la sacristía. “Gran Danés” cerró la puerta y con otra llave abrió otra puerta que se encontraba enfrente.
Al abrir la puerta, Rocco cruzó la nave corriendo, dio un par de vueltas y se tumbó en medio del atrio. El hombre echó la llave y se dirigieron hacia el presbiterio. Sibil pudo observar que en los laterales de la nave había unas jardineras repletas de plantas y hortalizas. Un agradable olor a comida inundaba la iglesia.
Llegaron al presbiterio; en el altar mayor una mujer menuda, vestida con un vestido ancho, rezaba frente una imagen de Jesús crucificado (En un mundo donde se debía matar para no morir, un hombre había dado su vida por los demás, para no conseguir cambiar nada; una absurda mentira).
–Cariño, ya estoy aquí-, dijo “Gran Danés”.
 La mujer quedó unos segundos de rodillas, se levantó con una sonrisa y se giró dirección al marido. Al ver tras él a un tipo con un arma colgada del hombro, se asustó y retrocedió un par de pasos.
Sibil pudo comprobar que era una mujer preciosa, tenía unos profundos ojos azules, su mirada se clavó en Sibil como una daga.
–Cariño, este es Sibil-. Dijo su marido, para tranquilizarla.
La mujer mostró una sonrisa forzada, se acercó a él y le tendió la mano. –Me llamo Sofía.
Sibil notó una mano pequeña y suave; estaba fría y notaba como temblaba a acusa del miedo. Él le sonrió con una amplia sonrisa para que no se sintiese asustada.
–He invitado a Sibil a comer, creo que lleva varios días si hacerlo y comer algo caliente le vendrá bien.
La mujer le miró con cara inquisitiva, –bien, que coma algo y luego que se vaya-. Era una mujer con carácter.
–Será mejor que me vaya, no quiero causar problemas-, dijo Sibil, mirando a la mujer, tenía un extraño bulto en el estomago; Sibil se dio cuenta que estaba embarazada; entonces comprendió porque estaba tan asustada. El gobierno se llevaba a las mujeres en su estado para hacer experimentos con ellas y con sus bebes.
–Sibil, no te preocupes, vamos a cenar tranquilamente-, dijo el gigante mirando a su mujer con un acto de ternura, –mi mujer esta un poco asustada, eso es todo.
Haciendo un cortés gesto, dejó que pasase Sibil primero; él se lo agradeció con una sonrisa, la mujer fue unos pasos por detrás de ellos.
Llegaron a uno de los oratorios. Situada en el centro una pequeña mesa circular, alrededor, unas antiguas cajas de plástico hacían a modo de sillas, un bote en el centro de la misma con dos rosas daban color al lugar.
“Gran Danés” invitó a Sibil a sentarse en una de las cajas, mientras él se sentaba en otra. La mujer colocó sobre la mesa una olla, y una especie de cuencos, uno para cada uno. El hombre metió el cuenco de Sibil dentro de la olla y lo sacó lleno de sopa, haciendo lo mismo con el cuenco de su mujer y el suyo.
Sofía y “Gran Danés” se dieron las manos, tendiendo las otras hasta la posición de Sibil. No sabía que pretendían con eso, pero les cogió las manos. Bajaron sus cabezas y él les imitó cerrando los ojos. Benedícite Dóminum, his cibis sumatur, et recipere sanita te mundi, amén-. Dijo “Gran Danés” con una voz sobria.
Sibil no entendía ni una palabra de lo que decía, pero imaginó que era una forma de dar gracias a su Dios, o algo parecido.
Levantaron la vista y comenzaron a comer; Sibil degustaba la comida con deleite, no recordaba haber comido nada tan bueno en su vida; en pocos minutos había apurado su plato.
–Échate un poco más-, dijo la mujer, que parecía que estaba más tranquila.
– ¿Os puedo hacer una pregunta?-, soltó de repente Sibil, -no os enfadéis.
–Dispara-, dijo el hombre.
 – ¿Vosotros sois…?  
-¿”Farsantes”?, sí-, dijo Sofía, –pero  preferimos que nos llamen creyentes, o religiosos, nosotros no engañamos a nadie. (A las pocas personas que todavía creían en alguna de las religiones se les llamaban “farsantes”, porque hace algún tiempo intentaban convencer a los demás de que su religión era la buena; ahora estaban perseguidos bajo pena de muerte).
Sibil bajó la cabeza; arrepentido.
–No te preocupes, estamos acostumbrados.
–He visto un vigilante antes de entrar aquí-, dijo Sibil, mirando a la mujer.
–Nos han encontrado-, gritó ella, asustada.
–Seguro que solamente estaba haciendo una ronda-. Digo “Gran Danés”, intentando tranquilizarla; pero se notaba en su voz un temblor de miedo.
Sibil les miró a los dos; él sabía que los vigilantes no hacían rondas, él los había diseñado. Para eso estaban los humanos. Con aquella flora era cuestión de minutos que los detectara el radar del vigilante y entrase el ejercito en tromba a arrasar con todo y con todos.
–Debemos salir de aquí ya-, susurró sibil, mirando hacia uno de los vitrales. Se veía una sombra sobrevolando el edificio; los habían encontrado. “Gran Danés” miró donde miraba Sibil, en ese momento el vigilante entró destrozando los cristales.
–Rápido Sofía, escóndete en la sacristía-. Gritó el gigante. La mujer salió corriendo y desapareció en un momento.
Un grupo de cinco hombres entraron derribando la puerta principal. Rocco saltó sobre uno de ellos mordiéndole la garganta y arrancándosela de cuajo antes de recibir un tiro que acabó con su vida. Sibil cogió su arma y disparó contra el vigilante, mientras aquella maquina siguiese volando seguiría mandando soldados. El aparato cayó con un estruendo. Los soldados miraron atónitos al vigilante en el suelo. Era casi imposible destruir esas maquinas y ese hombre había acabado con ella de un disparo. Sibil apuntó a uno de los militares y disparó volándole la cabeza. “Gran Danés” comenzó a disparar, pero se veía que no había disparado nunca. Una de las balas perdidas impacto en el corazón de un soldado antes de que una ráfaga de balas entrasen en su cuerpo. Sibil le miró ya en el suelo.
–Cuida de mi mujer, por favor-. Fue lo último que dijo.
–Te lo juro por tu dios-. Pensó. Sibil. Comenzó a disparar contra los soldados, pero otro grupo entró de inmediato. No tenía salida.
Corrió hasta la sacristía; la puerta estaba cerrada, pegó una patada y la abrió. En un rincón se encontraba la mujer; llorando.
–Vámonos de aquí-, gritó Sibil. La mujer se levantó y  le agarró de la mano. Rompió la puerta que daba al sótano y bajaron por las escaleras saliendo por el agujero que había en la pared. La puerta principal estaba atestada de militares, pero por la parte de atrás no había nadie, era un fallo que siempre cometía el ejercito, y él lo sabía.
Salieron corriendo entre las sombras.
Ahora el Ex teniente Sibil fresh, además de cuidar de el mismo, había jurado que cuidaría de aquella mujer embarazada.
   

sábado, 19 de mayo de 2012

CÓMO PREPARAR LA ÚLTIMA COPA DE GINEBRA

Imagen sacada de Google

Todo el mundo sabe cómo preparar una copa de ginebra. No hace falta cursar una carrera de cuatro años para aprender a hacerlo.
Nos hace falta: una copa, unos cubitos de hielo, unas rodajas de limón y una botella de ginebra, (esto último es primordial para poder preparar este exquisito manjar).
Lo primero que hay que hacer es coger la copa, es preferible que ésta este limpia, pero si no se ha tenido tiempo o ganas de lavarla no pasa nada ya que el alcohol es multiusos y lo mismo sirve para curar una herida que para limpiar cualquier superficie. Veréis que el surco de suciedad irá desapareciendo poco a poco según se vaya bebiendo.

Se coloca el cáliz sobre una superficie horizontal con la base hacia abajo, con unas pinzas se agarra un trozo de hielo y se deja caer suavemente dentro de él, se puede repetir esta operación hasta en tres ocasiones, poner más podría considerarse un sacrilegio. Se desenrosca el tapón de la botella y se deposita sobre cualquier lugar; se coloca el recipiente de la ginebra en perpendicular a la copa para que el liquido fluya suavemente hasta llenar dos dedos de la misma (Los dos dedos se medirán siempre en horizontal, nunca en vertical), se unta una rodaja de limón por todo el borde y se echa el sobrante dentro, y ya se tiene la copa de ginebra lista.

Hasta ahí, todo normal, es fácil, pero el problema se presenta al intentar ponerse la última copa, pues parece que esta ha cobrado vida y se mueve de un lado al otro a una velocidad relativa al alcohol ingerido. 
Intentar coger el hielo con las pinzas es casi imposible. Lo mejor es agarrarlo con la mano y echarlo de golpe. Si no entra dentro no pasa nada, en ese instante no se diferencia si tiene hielo o no. Se sujeta fuertemente la botella con una mano, y con la otra, el recipiente de cristal para que deje de bailar, despacio, se va subiendo la mano  hasta llegar a tocar con el pulgar y el índice el cuello de la botella. Se  vuelca un poco para que caiga el líquido transparente. Solamente un poco, pues la medida de los dos dedos hace un rato que no nos sirve de nada. Lo echamos a ojo, aunque se vea borroso; paramos de servir poniendo cara de “me he pasado”. No busques el limón, ya no queda. Y por fin habremos acabado.
Pero ahí no termina la cosa, porque tras bebernos el último trago comienza la tarea más difícil, encontrar el tapón para que la ginebra no se volatilice.  

martes, 8 de mayo de 2012

SU CUERPO ENTRE MIS BRAZOS

Imagen sacada de Google


Sostengo su cuerpo entrelazado en mis brazos
y mis sueños son sus sueños, esclavos de sus manos.
Observo su alma desnuda convertida en pecado.
Y la beso; y la acaricio… y la amo.
Rozo sus pechos con la yema de mis dedos,
entonces… la deseo.
Arquea su espalda con cada nuevo beso,
noto el calor de su vientre, ardiendo como el infierno.
Su cara de ángel me mira; y muero.
Y quiero ser parte de su cuerpo,
quiero ser algo más; algo más en su cielo.
Noto su sexo acariciando mi sexo.
Y muero.
acaricio su pelo… y vuelo.
miro sus ojos y sé que la quiero. 

miércoles, 25 de abril de 2012

ANDANDO

Dibujo realizado por Raúl A Q


Hoy estoy triste; ando por el barrio; las calles están completamente vacías, aunque tengo que ir esquivando gente. Ando perdido entre el laberinto de calles sin tener donde ir; busco algo, quizá la busque a ella. Paseo por nuestro parque y me siento en el banco donde nos dimos nuestro primer beso; solo queda un litro de cerveza roto en el suelo y varias colillas ¡Todo parece tan lejano! Pero sigo oliendo su colonia, aquella que le regalé en nuestro primer aniversario. Yo tenía quince años y ella, catorce.
   Veo el escaparate de la joyería donde mirábamos nuestras alianzas. Cuando encontrásemos trabajo nos las compraríamos para que todos supieran que estábamos prometidos. Era un pensamiento anticuado, pero a nosotros nos gustaba. En el escaparate en lugar de nuestras alianzas ahora hay un reloj de titanio, quizás otra pareja las compró, espero que sean muy felices en su matrimonio.
   Sigo andando y llego a la puerta de su portal, donde nos despedíamos cada noche, yo no me quería ir y ella no quería que me fuera. Nos besábamos como si fuese el último día que nos veíamos. ¡Dios, cómo echo de menos sus besos! Su madre bajaba la basura y siempre nos veía abrazados; la mujer nos regañaba, pero en su cara se veía una sonrisa cómplice.
   A la madre le caía bien, pero su padre no me podía ni ver. La verdad es que de niño no era lo que se puede decir un buen chico y muchas de mis trastadas iban contra el coche del pobre hombre, ¡no sé cuantas ruedas tuvo que cambiar por mi culpa!
   Paso por su instituto, donde la esperaba a que saliese para dar una vuelta y comprarnos un bollo en la panadería de enfrente del parque; ahora es una tienda de chinos. Veo a un chaval esperando a su chica y sonrío. Los tiempos han cambiado, pero no tanto.
  Paso por la calle donde tuvimos el accidente con la moto. Yo me rompí un brazo, por suerte ella solo se hizo un par de arañazos. Su padre se enteró y no me dejaba verla. Mis amigos me decían que no era para tanto, que con dieciocho años no podía estar tan mal por una chica. ¡¿Ellos qué sabrían del amor?! Sí, todavía era joven, pero mi amor por ella era tan fuerte como el de cualquiera.
   Entro en lo que antes era el bar del Charly, ahora es una especie de pub irlandés, pido una cerveza y me da cincuenta a elegir; pido una que este muy fría, el camarero me mira con cara rara, me pone la cerveza y se va.
   Miro al fondo del bar donde antes estaba la mesa donde nos sentábamos; ahora hay una maquina de dardos electrónica.
   Recuerdo aquel día en que la vi con otro chico en nuestra misma mesa. Sin dejarle explicarse le abrí la cabeza con un vaso y le rompí dos costillas a patadas, mientras ella me gritaba que no le pegase más, que no tenía nada que ver con ella. Resultó que el chaval era el novio de una de sus amigas. Ella me dijo que estaba loco y que no me quería volver a ver. ¡Como me dolieron sus palabras!
   Recuerdo cuando le pedí perdón por pegar a su amigo y le roge que volviese conmigo.
   Pienso en aquel día en que se enfrentó a su padre, diciéndole que estaba completamente enamorada de mí y que se escaparía de casa si no podía estar conmigo. Su padre accedió de mala gana aunque sabía que había cambiado y que estaba trabajando.
   Paso por la tienda de ropa donde empezó a trabajar, vendiendo ropa para mujeres mayores. Pronto se hizo con toda la clientela y todas las mujeres la pedían sus consejos para comprarse las prendas. Siempre atendía con su preciosa sonrisa en la cara.         Recuerdo que algunas mujeres me decían que si no fuese porque estaba saliendo conmigo se la presentarían a sus hijos o a sus nietos; a mí, lejos de molestarme, me gustaba escucharlo pues me demostraba la chica tan maravillosa que tenía.
   Me detengo en el mismo lugar donde nos paramos para darnos todos los besos y abrazos que me harían falta cuando estuviese en Melilla cumpliendo el servicio militar. Recuerdo que lloraba como si no me fuese a ver más.
   Paso por los edificios donde queríamos comprar nuestra casa, con jardín y piscina.   ¡Cuántas veces pensábamos en los muebles del salón y de la cocina!
   Recuerdo el brillo de sus ojos y su risa cuasi histérica, cómo me abrazaba y los besos que me daba cuando le dije que nos habían concedido el crédito. Yo era feliz viéndola feliz.
   Alguien me saluda pero ni siquiera le veo; sigo pensando en ella y en sus ojos, en esa mirada que era capaz de derretir el hielo con tan solo proponérselo.
   Entro en la floristería donde le compraba rosas cuando se enfadaba conmigo. Me gustaba la fingida cara de enfadada que ponía cuando le pedía perdón de rodillas y con la rosa  en la mano. Todavía recuerdo cómo me abrazaba y me llamaba “tonto” con una sonrisa.
   Compro un ramo de flores y salgo de la tienda. Es de los pocos sitios que todavía siguen teniendo los mismos dueños. Llego a la puerta del cementerio; saludo a Pablo y hablamos un rato de cosas triviales. Estudiamos juntos y nunca se metía en problemas; no se llevaba mal con nadie y siempre estaba dispuesto a ayudar.
   Recuerdo aquel fatídico día que me llamaron del hospital diciéndome que había sufrido un accidente y que estaba en coma. La veo con todos esos tubos clavados en su pequeño cuerpecito y esa maldita maquina con su cansino “bip, bip”.
   Llego a su tumba y allí está Rafa, su padre. Nos fundimos en un abrazo y nos echamos a llorar. Limpiamos la lápida y colocamos las flores sobre ella.
   Hoy es su cumpleaños; hoy cumpliría los treinta. Hoy, después de cinco años, aun la sigo amando.

jueves, 19 de abril de 2012

ELLA


Imagen sacada de google

Entre la gente; buscando a aquella mujer; su perfume se había impregnado en su ropa, en su piel, en su mente.
Solamente se habían rozado un momento, un solo instante en que sus cuerpos se juntaron, sus ojos se cruzaron, sus labios estuvieron a punto de posarse los suyos en los de ella.
Supo que era ella; no era su pelo, ni su cuerpo, ni sus andares; pero en sus ojos pudo ver que era ella; que siempre había sido ella.  

viernes, 13 de abril de 2012

EN EL FONDO DE UN VASO

Imagen sacada de google


mayores de 18 años.

Busco respuestas en el fondo de un vaso,
completamente ebrio, completamente borracho.
Siento en mi interior que hasta el diablo me da de lado
y mi podrido corazón se encuentra desolado.

Recuerdo la última noche, cuando te follaba.
Sudando por cada poro; la luna nos espiaba.
Sexo, drogas y alcohol impregnados sobre mi cama
y a la mañana siguiente… nada.

Mi cama vacía, tu foto gastada,
mi brazo cansado de hacerme pajas
Recordando tus ojos…
Cuando mamabas.

Las respuestas del vaso me hacen llorar.
Me cuenta en silencio que ya no vendrás.
Y cubo de hielo como tu alma
se ríe de mí; se ríe en mi cara.  

lunes, 9 de abril de 2012

CELOS


Imagen sacada de google

Tras una nube de polvo o de humo, no lo sé muy bien, me encuentro encerrado; buscando en mi cabeza el último beso que me diste; y sin embargo lo único que consigo recordar es tu cara; tus ojos mirándome fijamente, como si quisiesen salirse de sus orbitas, aquella extraña sonrisa; una mueca estúpida, dos lágrimas recorriendo tus mejillas como agua de rocío, el color de tu rostro cambiando lentamente; de rosáceo a azulado; mientras mis manos siguen apretando tu lindo cuello y me doy cuenta que ya nunca más serás mía… pero tampoco de otro.      

miércoles, 4 de abril de 2012

SONETO ENTRE LAS SOMBRAS

Caspar David Friedrich, Krähen auf einem Baum (Árbol con cuervos), 1822


Esta noche tan oscura y cerrada
un fuerte viento agitando las ramas.
Las luces del bosque son como flamas, 
la sombra de la sombra es abnegada.

Mis ojos buscan la luz entre nada.
Solo veo el negro en todas sus gamas
y espectros perdidos salen de llamas.
Es el mal, que quiere mi alma olvidada.

Los aullidos de los lobos me aterran.
Un frio gélido me cala los huesos.
Malos sueños en mi mente se aferran.

Hay unos monstruos que juegan traviesos
mientras mis miembros, despacio me sierran
y entre las flores esparcen mis sesos.


domingo, 1 de abril de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

HOY NO QUIERO DESPERTAR



Imagen sacada de Google

Hoy no quiero despertar,
pues te tengo conmigo en mis sueños.
Hoy no quiero despertar,
pues si despierto y no te tengo
siento otra vez que muero.
Hoy no quiero despertar,
pues noto en mi cuerpo tus besos,
huelo otra vez tu perfume,
siento el roce de tus dedos.
Hoy no quiero despertar,
pues prefiero vivir de mis sueños,
seguir notando tus besos
y saber que vivo; aunque muero.

jueves, 15 de marzo de 2012

PRÓXIMA PARADA...


Imagen sacada de google

Buscaba un nuevo destino. Subió al tren y se sentó al lado de la ventanilla. Nadie fue a despedirle y nadie le esperaba.
El tren se puso en marcha, miro por la ventana. Su ciudad, la ciudad que le vio nacer desaparecía poco a poco de su vista; y se alegraba.
El traqueteo del tren le hizo sumergirse en un sueño profundo. Al despertar, ella estaba allí, frente a él, leyendo un libro.
 Se quedó fascinado con la belleza de la mujer. La sonrío y ella le devolvió la sonrisa.
Comenzaron  a hablar. El viaje había valido la pena.

martes, 13 de marzo de 2012

NO QUIERO NADA MÁS QUE...


Imagen sacada de google

No quiero nada más que tus ojos para adivinarme entre ellos
mientras tus dulces caricias anhelan mis anhelos.
Miro tu alma escondida tras tu carita de niña
y un beso tuyo en mis labios siento que me dan la vida.

No quiero nada más que acariciar nuevamente tu pelo,
sentir que tu cielo es mi cielo cuando a ti me entrego.
Desde la hora de la aurora ver contigo anochecer,
Quererte; volver a quererte; para volverte a querer

No quiero nada más que tu cuerpo dando calor a mi cuerpo.
Respirar de tus suspiros y alimentarme de tus sueños.
Ser causante de tus risas y no de tus sufrimientos.
Saber que si te quiero, me quieres; que si te mueres, me muero. 

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