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domingo, 22 de julio de 2012

LA HIJA DEL CAPO (La figlia del capo)

Imagen sacada de Google


Siento su beso igual que un viento gélido que me quema en los labios.
Hacía algunos meses que sabia que estaba jugando con fuego, pero una vez que has empezado no hay marcha atrás.
Sus ojos se clavan en los míos de un modo desafiante, mientras su sonrisa irónica me hace comprender que ha llegado mi hora. Dos de los gorilas de su padre se colocan tras de mí. No conseguiría hacer un solo movimiento sin que uno de ellos se me echase encima.
Comienzo a tener miedo, un temor que ahora mismo no me hace falta sentir. Me da una palmada en el hombro y se aleja de allí. Me giro; los dos matones han desaparecido, parece que quisieran darme una oportunidad para escapar. Me siento como una liebre en una explanada a la que en pocos segundos soltaran los galgos, pero si tengo ocasión de salir de esta con vida debo intentarlo.
Me dirijo hacia mi coche a grandes pasos; me gustaría salir corriendo, pero incluso en estas circunstancias hay que mantener la compostura; una gota de sudor frio me recorre la espalda, algo no va bien.
Si salgo de esta tengo que conducir hasta salir de la ciudad, ni siquiera puedo pasar por mi casa a recoger mis cosas. Me han dado un pequeño margen para huir, pero eso no significa que me perdonen la vida, para ellos es un juego, se lo he visto hacer varias veces y nadie ha conseguido escapar.
Abro el automóvil con dificultad por culpa del temblor de mi mano, me dejo caer sobre el asiento y doy un largo suspiro.  Meto la llave en el contacto; suena un “clic”; algo estalla desde el depósito de gasolina, las llamas me envuelven completamente; comienzo a sentir un dolor inmenso en todo el cuerpo, noto como mi piel se quema; se queman mis músculos.  Intento abrir la puerta, pero el tirador se ha derretido. Miro por la ventanilla, y allí está ella, con los dos matones, uno a cada lado; mirando el espectáculo  de las llamas que me consumen poco a poco. Es una “niña mimada” a la que su padre le da todo lo que pide.
Mi gran error fue hacerle creer que estaba enamorado. Ahora mi corazón arde por ella. 

3 comentarios:

  1. Jo, a ésta no se le da bien perder. No te dijo tu madre de que el que juega con fuego corre el riesgo de quemarse?

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  2. genial vallecano, genial
    no hay que meterse con chicas malas
    ¿eh?
    un abrazo desde el sur

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  3. Me encanta, muy visual y consigue arrastrar en la lectura para saber que pasa hasta el final.

    Besitos

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