Imagen sacada de google
Se encaramó a un Sauce milenario desde donde se podía divisar el reino de Konglol.
Les tenía pisándole los talones y necesitaba un poco de margen para poder disparar su arco.
Era perseguida por un pequeño grupo de Eslibes, que querían recuperar la corona de la diosa Ceribel.
Fue robada la noche anterior, mientras todos dormían y lo peor de todo; se la robó una mujer.
Los Eslibes son humanos pero de baja estatura y con los brazos un poco más largos, pero grandes luchadores y grandes estrategas en las guerras.
Apuntó al corazón del rastreador y soltó la flecha. La saeta hizo blanco y salió por la espalda del guía.
Los otros perseguidores se quedaron desconcertados sin saber desde dónde había disparado. Formaron un círculo para intentar encontrar a la ladrona.
Era la mejor arquera de su tierra y seguramente la mejor de todo Mundo profundo.
Silbó otra flecha y se incrustó en el ojo de uno de ellos, rompiéndole el cráneo. El hombrecillo cayó inerte como un árbol recién cortado.
Puso otro dardo en el arco y lo lanzó contra los Eslibes, acertándole a uno de ellos en la pierna izquierda, haciéndole saltar y romper el círculo.
Ató su cuerda a una flecha y la lanzó contra un árbol haciendo una liana y pasando por encima de sus cabezas con su falcata en la mano, cortando miembros y cabezas a mansalva.
Subida a otro sauce vio como los pocos Eslibes que quedaban salían corriendo; rezando a su diosa para que les perdonase la vida por no poder recuperar la corona.
Bajó del árbol, recogió la cuerda y las saetas perdidas, y las devolvió al carcaj.
Cruzó el bosque de las Ánimas perdidas a paso rápido; no quería encontrarse con nadie más por el bosque y estaba anocheciendo.
Llegó al reino de Konglol pasada la media noche; busco una posada para dormir. El día había sido muy largo.
Se sentó en una mesa mientras los hombres la miraban con ojos de deseo.
–Una mujer como tú, no debería estar sola, a estas horas, en un sitio como este –dijo el posadero, mientras dejaba una jarra de vino sobre la mesa. Le miró con cara de odio y el posadero retrocedió asustado.
Es rubia, 1´80, pecho voluminoso, se llama Sorana y es una ladrona, pero busca algo, busca una piedra, una piedra con todo el poder.
Una mujer sola en la noche solo puede encontrar problemas.
Sorana no tiene miedo a ningún hombre; tampoco tiene miedo a ningún dios.
Es la mejor arquera de su tierra; seguramente de todo Mundo profundo y usar la falcata tampoco se le da nada mal.
Por aquí estoy, siguiendo la narración...
ResponderEliminarBesitos
Bueno, elysa, espero que por lo menos a ti te guste. pero seguiré hasta el final.
ResponderEliminarUn besazo.