Un besazo.
Sorana notó su propia espada en el cuello. Oyó una voz que le dijo:
–Te he estado buscando por todo Mundo profundo, ¿sabes?
Se giró despacio; la voz le resultaba familiar. Delante de ella estaba Hormel; de pie con su falcata en la mano y con cara de pocos amigos.
Ella sonrió y le invitó a sentarse en su mesa; él se sentó y se sirvió una jarra de vino.
–Tienes algo que me pertenece ¿Dónde está mi mapa? sabes que es mío –dijo Hormel, mientras se llevaba la jarra a la boca.
Sorana clavó sus ojos azules en los negros de Hormel.
–Deberías tener cuidado cuando te acuestes con alguien que apenas conoces. No todas las personas son buenas –contestó ella, –ahora el mapa es mío y la piedra también será mía. No me gustaría tener que matarte; me caes bien.
Mientras discutían, un hombre corpulento se acercó a ellos y apoyándose en la mesa le dijo a Sorana:
–Rubia ¿Por qué no dejas a este despojo humano y te vienes conmigo y mis tres amigos a nuestra mesa? –Nosotros te daremos lo que te hace falta, bonita.
Sorana sonrío; le cogió la mano y con un rápido movimiento le rompió la muñeca, haciéndole caer al suelo.
Antes de que pudiese levantarse le dio un rodillazo en la cara que le dejó tumbado.
Los compañeros de mesa que lo habían visto todo, se levantaron y fueron a por la chica. Agarró su falcata, se puso en posición de defensa y miro a Hormel.
–¿No me piensas ayudar? –Le gritó mientras comenzaba a luchar contra el primero.
Hormel seguía sentado; apurando su vino y viendo la pelea con cara divertida.
Sorana metió un palmo de falcata en el pecho de su contrincante y le empujó contra los otros, haciéndoles caer al suelo. El resto de personas de la posada comenzaron a reír haciendo enfurecer aun mas a los dos hombres que se abalanzaron sobre ella con más fuerza. Hizo un movimiento y esquivó a uno de ellos quedando detrás de ella; el otro hombre intentó clavar su daga, pero ella se agachó y clavó la espada en su estomago, dejándole con las tripas fuera y cayendo hacía atrás.
El último hombre levantó su cimitarra para asestarle un golpe en la cabeza, pero Hormel sacó su espada y le atravesó las costillas, mientras seguía bebiendo de su jarra.
Sorana se sentó de nuevo en la mesa y pidieron comida, trajeron un cochinillo y dieron buena cuenta de él.
Después de comer y de mucho beber se fueron a dormir juntos. Baco se apoderó de sus almas y pronto quedaron dormidos.
¡Uy, que sorpresa! Muchas gracias.
ResponderEliminarSí, es cierto a mí me gustan también este tipo de historias.
Hay más gente que les gusta, pero también hay ya muchos de fiesta y empezando a celebrar la Navidad.
Besitos