Vuelve la noche; la luz desaparece poco a poco detrás de la montaña. El chamán mira el cielo con preocupación; la gran bola blanca se está consumiendo; solo queda un cuarto, cada vez que la luz se va la bola blanca es más pequeña, los animales salvajes tienen más fácil devorar a sus hijos y la población del clan cada vez es menor.
Algunas familias que han perdido algún hijo, la falta de alimento y el peligro, siempre acechando, no permiten ni un momento de paz.
El jefe de la tribu ha reunido a los mejores cazadores, pondrán fin al acoso de las bestias a su poblado. Las mujeres se dedican a afilar las piedras de sílex.
Todos se encuentran sentados alrededor de la gran piedra a la que rinden culto.
El viento sopla en la aldea. Sobre la paja seca cae una chispa, el aire hace que una llama corra entre la broza; todos quedan asombrados ante aquel milagro. Es una luz rojiza que brota del suelo y desprende calor. El chamán intenta tocarla, pero se abrasa la mano.
El clan al unísono comienza a saltar y reír, pues esta nueva forma de luz mantendría alejado a las alimañas y dará calor al clan.
Este micro lo colocaría en alguna página de un libro de historia.
ResponderEliminarMe gustó ;)
Besote
Hasta que se apague y no sepan encenderla otra vez.
ResponderEliminarSeguro que pasó así como tú lo cuentas.
ResponderEliminarBesitos
Gracias mis niñas, unos besazos.
ResponderEliminarAsi no necesitaran cazadores, ese milagroso fuego espantara a las bestias.
ResponderEliminarBuen relato.
Besitos de Arte.