Tras el filo de aquella temblorosa navaja se veían unos ojos de un hombre asustado. Seguramente un padre de familia que era la primera vez que atracaba a alguien; un hombre desesperado, sin trabajo, sin otra salida que ponerse a robar para poder dar de comer a sus hijos, pagar la hipoteca, etc… en resumidas cuentas, llevar algo de dinero a su casa.
Le miré a los ojos; la verdad, me daba pena verle temblando de aquella manera; era un pobre infeliz que había elegido mal a su primera víctima.
Muy despacio eché la mano a la parte trasera del pantalón, saqué mi Beretta 84FS niquelada y apunté a su cabeza.
Una lágrima se derramó por su mejilla izquierda; pude ver en su rostro una mueca de terror mientras sus labios se movían frenéticamente balbuceando alguna palabra de arrepentimiento segundos antes de que vaciase el cargador completo dentro de su cuerpo.
Dejé una pequeña flor encima de su cadáver.
Quizá, debería haber aprendido que nunca se tiene que intentar robar a un asesino en serie cuando sale de cacería.
`Jolín! lo de este hombre ya es mala suerte, que mal ojo para elegir a la victima.
ResponderEliminarBesitos
Estos relatos son geniales.
ResponderEliminarHasta la misma muerte tiene su encanto aquí ;)
Besos
Gracias very mucho.
ResponderEliminarBesitooooos.