El teléfono sonó cinco veces; el reloj marcaba las 6:06 – ¿Quién podría llamar a estas horas? –Pensó mientras se levantaba; al sexto timbre descolgó.
Una voz profunda salía del otro lado de la línea. –Necesito hacer una limpieza y me han dicho que usted es el mejor. Debemos vernos mañana en el parque Paris a las 02:22 en punto. Siéntese en un banco y mire el reloj tres veces.
Cuando iba a preguntar quién era, colgó.
Pasó todo el día intranquilo por la llamada. Esa voz a través del teléfono no le transmitía confianza, pero el dinero de su último trabajo se estaba acabando.
6 de Junio de 2006
Era una noche oscura y fría. Envuelto en su gabardina se sentó en el primer banco que vio.
No había un alma por el parque.
A las 02:22 miró su reloj; levantó la vista; no se veía a nadie, todo estaba en silencio; volvió a mirar el reloj; las farolas parpadearon un instante.
Pensó que alguien le había gastado una broma. Esperaría cinco minutos más y se iría a casa.
Miró nuevamente la hora un segundo antes de que el minutero cambiase.
Un olor extraño pasó por su nariz; levantó la vista. Delante de él había un hombre mayor y desarrapado. El hombre sonrió enseñando unos dientes negros como la noche.
–Buenas noches, Fernando –dijo el hombre –sabía que no faltarías a la cita.
Nadie conocía su verdadero nombre ¿cómo este hombre al que no había visto en su vida lo sabía?
El hombre se sentó a su lado; volvió a percibir ese extraño olor; esta vez pudo distinguir que era azufre.
–Tengo un trabajo para ti que te reportara un gran beneficio.
– ¿De cuánto estamos hablando? –Fue la primera vez que habló.
–De la inmortalidad.
Pensó que era un loco que se había escapado de algún centro psiquiátrico –y ¿A quién debería matar? –Preguntó, siguiéndole la corriente.
–Al enviado de Dios en la tierra.
– ¿Al Papa? –Preguntó sorprendido.
–No, el Papa no es nadie; no es nada, solo un simple mortal. –Deberás matar a un bebe neonato.
–Pero, eso significa matar también a la madre.
–Son daños colaterales –dijo el hombre sonriendo.
–Yo no hago esos trabajos, solo mato a quien se lo merece.
– ¿Y tú cómo sabes qué no lo merecen? –Preguntó el hombre.
–Me da igual que lo merezcan o no; no pienso hacerlo.
El hombre comenzó a reírse con una risa que helaba la sangre; las farolas parpadeaban rápidamente. –Creo qué no lo entiendes, no te puedes negar, tu alma me pertenece.
El hombre posó la mano sobre su cabeza.
Por su mente pasaron todos los asesinatos que había cometido, dejándole un fuerte dolor de cabeza y una sola palabra “Inmortalidad”
Quizá sería un pequeño sacrificio si podía conseguir ese bien tan preciado por el ser humano.
–Está bien ¿Quién es esa mujer?
–Lo sabrás a su debido tiempo.
El olor a azufre volvió a surgir de la nada; todo se nubló y el hombre desapareció ante sus ojos.
Despertó en su cama con dolor de cabeza y empapado en un sudor frio. Todo había sido una pesadilla.
9 de Septiembre de 2009
Andaba por la calle; ya no recordaba aquel sueño que había tenido unos años atrás.
Una mujer embarazada pasó por su lado sonriéndole. Un niño se paró a su lado –es ella.
De los ojos del muchacho salieron llamas y desapareció.
Se giró y salió tras la mujer; echó la mano a su espalda para comprobar que llevaba el arma consigo.
La calle estaba abarrotada de gente, debería esperar el momento oportuno.
Siguió detrás de ella hasta que entró en un portal. Metió el pie entre la puerta antes de que se cerrase y sacó la pistola; allí estaba ella; mirándole con cara de sorpresa.
Disparó cinco veces contra el vientre de la mujer que cayó al suelo.
Se acercó a ella; apuntó a su cabeza y disparó.
Salió a la calle pensando qué había matado a una mujer solamente por un sueño.
Carta enviada el día 6 de junio del 3006
A quien pueda interesar:
Vivo en el año 3006, pero naci en el 1975. Te preguntaras cómo es posible; la explicación es muy simple; soy inmortal. Pero ya estoy cansado, muy cansado.
Hace mil años pensé que era lo mejor que me podría ocurrir. Pasar décadas, siglos viviendo sin envejecer, pero no puedo más. Quiero morir; ya no soporto más este mundo que es así por mi culpa. Yo maté al elegido; por culpa mía reina el averno en este mundo; por mi culpa somos esclavos del mal.
Soy el sicario de Satán.
Por favor Dios ayúdame. Ayúdame a morir.
Rectifico, ayer a las horas, entraron las actualizaciones. Esta todavía no está, pero supongo que en un rato entrará. Te lo digo por si te aclara algo.
ResponderEliminarOye esta historia me ha gustado mucho y creo que daría para más, vamos que hay argumento para más historias, no sé. Vamos que está muy bien.
Besitos
Elysa. lo he colgado sobre las nueve de la mañana. son las seis de la tarde y todavía no ha salido.
ResponderEliminarYo ya no sé qué más hacer, pero bueno, seguro que quien este interesado en ver el blog lo verá.
Por cierto no tengo pensado sacar nada más de este relato, pero quien sabe...
Me alegro mucho de que te guste.
Un besazo mi niña.
Madre, qué buen relato. Debería haberlo pensado antes, porque seguro que además vive en un mundo lleno de calamidades. Aunque esto se podría sopesar ¿eh? porque el mundo bajo el reinado de dios tampoco ha sido mucho mejor.
ResponderEliminarEy Doc Tienes razón, lo mismo nos iría mejor viviendo en el reino de abajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
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