Muevo un dedo y una mujer llora desconsolada porque su hijo ha muerto en un atentado.
Lo muevo otra vez y esta vez son niños africanos con moscas en la cara y claros síntomas de inanición.
Lo vuelvo a mover; un terremoto ha desolado una ciudad entera dejando cientos de muertos; seguramente del barrio más pobre de la ciudad.
Aunque titubeo vuelvo a hacer un movimiento del pulgar y esta vez es una mujer que ha muerto a manos de su marido. La dio doce puñaladas pero no se acuerda. Enajenación transitoria creo que lo llaman.
Con decisión, lo muevo de nuevo y apago el televisor.
Creo que soy más feliz ignorando todo lo que he visto, porque nada tiene que ver conmigo.
Y yo creyendo que el que hablaba era Dios, mira, me has sorprendido con ese final.
ResponderEliminarBesitos
y podría estar hablando Dios,
ResponderEliminarbuenísimo, saludos.
Saludos, qué inesperado giro final, me devuelve directo al título, más cachetada con guante blanco a los enagenados insensibles.
ResponderEliminarGracias a los 3 por pasar por mis letras. Es un placer para mí que os guste.
ResponderEliminarAbrazos y besos.
Ni contigo ni con el mundo, que es mucho más hermoso y amable de lo que pretenden hacernos creer.
ResponderEliminarDoc, estoy de acuerdo contigo, pero con la ayuda de todos podría ser mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.