Noches de viernes. De luces y alcohol.
Nieve en en coche, en el baño, en algún callejón.
Copas de whisky con burbujas.
Cenicientas sin hora disfrazadas de brujas.
El aullar de la noche escondido entre bafles.
Una canción que te echa algún cable.
Corazones de hielo en vasos de tubo.
Vistazos a escotes con disimulo.
Bailes sensuales haciendo equilibrios.
Miradas y besos en los pasillos.
Amores de un rato, pronto olvidados.
Caballeros sin futuro, niñas sin pasado.
El primer rayo de sol que daña tus ojos.
Una cama fría; una mujer sin rostro.
La misma pregunta qué el último sábado.
¿Es solo otra muesca en mi corazón ya cansado?
Un andén de metro donde te encuentras solo.
Una parada, un vomito, un lloro.
¿Es lo qué quiero hacer siempre conmigo?
Ahora no lo sé; el próximo viernes te lo digo.
Este tiene cierto sabor amargo ¿no?
ResponderEliminarBesitos
Me ha gustado mucho, Raúl, espero que no sea un reflejo de tus noches.
ResponderEliminarMucha suerte. Un beso.
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ResponderEliminarElysa Sí, tiene un sabor amargo, pero para algunas personas los viernes son así.
ResponderEliminarUn besazo, princesa.
Aina, con algunos matices, pero si hubo un tiempo que sí eran así, pero no solo los viernes, si no cualquier día de la semana. Ahora, aparte de que ya estoy mayor para andar así, ya no me dejan (Me vigilan, jeje)
Un besazo, guapísima.