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martes, 30 de agosto de 2011

LA GRAN AVENTURA DEL "NOTA" VII y VIII

Hoy doble capitulo, como en la tele.



6. Más malas noticias.


   Monté a Alfonso en el asiento del copiloto y yo me senté en el del conductor.
   Metí la llave en el contacto y la giré, pero no hizo nada. Miré por debajo y vi que tenía los cables sueltos.       Otra vez se lo habían robado y por como olía, alguien se había meado dentro. Junté los cables para hacer contacto y con el que sobraba di un golpe para arrancar (Las cosas que se aprenden de pequeño nunca se olvidan). El coche arrancó a la primera.
      Para tener más de veinte años y tres o cuatro robos, no estaba muy mal de motor.
      Paré en el bar, que ya estaba cerrando.
     –Ricardo-. (Me gustaba llamarle así porque sabía que le jodía)  –ponme una botella de ese mata ratas que tienes por ahí.
   –“Nota”, no me llames así, sabes que no me gusta –me dijo mientras cogía la botella de encima de la estantería – ¿Has encontrado a Alfonso?
   –Sí, le tengo en su coche durmiendo el morao que lleva. Le llevo a mi casa.
   –Pues, después de irte tú han venido dos tíos preguntando por él también. Me han dado mala espina y les he dicho que no sabía por dónde podría estar. Me dieron un recado para él. ¿Cómo era…? Ah sí, que “Chino” le estaba buscando.
   –Y ¿Cómo eran esos tíos? ¿Venían trajeados? ¿Eran unos armarios de dos metros?
   –No, uno era más o menos como tú de alto, pero en fuerte y el otro un poco más bajito, pero más cachas.
   Parecían sudamericanos por el acento y vestían con chándal de marca y grandes collares y anillos de oro.   Espero que sean amigos suyos, porque esos tíos tienen que dar unas ostias como panes.
   Cogí la botella y mire la etiqueta. “Dowarts” (eso no se lo bebían ni en el salvaje oeste, pero cuando no hay dinero te tienes que conformar). Deje los diez euros encima de la barra
   – ¡Ey, “Nota”, espera!
   –Tranquilo Ricardo, quédate con las vueltas –le dije todo orgulloso de dejarle el cambio.
   – ¡Qué coño vueltas, si me tienes que dar dos euros más! Y no me llames Ricardo ¡Joder!
   –Está bien –metí la mano en el bolsillo, aunque sabía que no iba a encontrar nada. –Oye apúntamelo que ahora mismo no tengo suelto. R-I-C-A-R-D-O.
    Agarró un vaso y me lo lanzó. Estuvo a punto de darme, pero lo conseguí esquivar a duras penas.
   –Te apunto los dos euros y el vaso. Ya me debes más de veinte euros. Voy a tener que mandarte unos matones para que me pagues.
   Hice una mueca intentando que pareciese una sonrisa, pero más bien me salió cara de asco. Ya me había olvidado de los matones y me puse nervioso recordando la corbata colombiana. No debe ser agradable morir así, pero por lo menos no me matarían como a los chivatos, con el miembro en la boca.


7. Esperando a las chicas.


   Monté en el coche dirección a mi casa. Alfonso se despertó. Parecía más despejado. Aparqué el coche justo detrás del mío. Me bajé y me dirigí a sacar a Alfonso del coche que salió por su propio pie, aunque casi se cae.
   Estaba un poco más sereno, pero seguía dando bandazos. Él se tumbó en el sofá y yo en el sillón; me vi en el reflejo de la televisión apagada. Estaba hecho una pena y decidí darme una ducha. Ya debería de tener costra y esta noche podía pasar cualquier cosa. Teníamos bebida y dos preciosas mujeres vendrían a mi casa.
   Una hora más tarde llamaron a la puerta. Los dos nos habíamos dormido. Me levanté del sillón y me dirigí a la puerta. Oí un coche que salía toda velocidad haciendo rueda. Pensé que era otro niñato dejándose tres euros de neumático en la carretera solo por vacilar con alguna niña.  Abrí la puerta y no había nadie.  Seguramente fuese algún gracioso que ya se había cansado de tener el dedo en el culo y no tenía nada que hacer.
   Cerré la puerta y volví al sillón a esperar que llegasen las chicas. Pronto me quedé dormido.

2 comentarios:

  1. ¡Uy, uy! Esa llamada en la noche, no sé que pensar, muy relajado veo yo al "Nota"...

    Besitos

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